El lobo desempeña una función ecológica crucial en nuestros ecosistemas, no puede ni debe ser “extraído” (ahora denominan así al asesinato a balazos) indiscriminadamente: cachorros, hembras lactantes, machos solitarios… sin distinción.

Además, es el mejor regulador de las poblaciones de ungulados silvestres, lo que reduce los daños a la agricultura y la regeneración forestal, además de minimizar los accidentes de tráfico por atropello de fauna. Su actividad, cazando preferentemente a los ejemplares débiles y enfermos, selecciona positivamente las poblaciones de ungulados silvestres y evita la propagación de enfermedades a nuestra ganadería.
